No ha dejado de llover en tres meses. El suelo se ha lavado por arriba y por abajo, han crecido hongos por doquier y no dejan de crecer y dar hijos. Los hay naranjas y blancos, y etéreos, como sombrillas y como cojines cómodos, los veo y me recuerdo lo enmohecido de los muebles que mas que estar húmedos parecen navegar en la corriente. Esta lluvia trae nostalgia, vértigo, no deja hacer nada mas que sumirse en libros de historias donde termina igual por llover, o uno solo se queda mirando el horizonte y los árboles desdibujados, y los animales que pasan escurridos como imaginando que existe un lugar del mundo seco y cálido. Me ha invadido la nostalgia, esta casa me hace sentir alejada del mundo, como si los caminos tuvieran rutas laberinticas que me trajeran de regreso. Puse mis maletas un tiempo cerca de la puerta con todo en punto arreglado, las ropas correctamente dobladas, los artículos de belleza oxidados, las cartas guardadas como cosa santa. Seguro hasta doblé alguna polilla, alguna mariposa indiscreta y quedó ahí emparedada como cualquier otra camisa, como un cuello, como un puño. Luego abandoné la idea, ver las maletas ahí en la entrada me creaba ansiedad y las regresé al cuarto pero aún no me animo a sacarla.
Anoche entró una tromba, o al menos eso me pareció. Desde mi cama mecida como un navío vi pasar una cubeta y después de la cubeta un ratón. La casa comenzó a crujir desde sus cimientos, toda la madera se hinchó y una inundación de recuerdos llenó toda la casa. Rostros conocidos, desconocidos y por conocer, cobijas y almohadas hinchadas llenas de cangrejos y muchas muchas cartas. Encontré un reloj que creo que no marca los días ni las horas y me he quedado con él, porque así al menos no me desesperaré con el paso del tiempo o con su ausencia o con su monotonía. Quisiera ir a casa pero ese lugar ya no existe mas que en mis recuerdos, ahí atesoro ese lugar con dulzura y dedicación. Veo a mis hijos en sueños y los veo libres y luminosos y eso me resguarda el corazón. Intento que el agua no se meta dentro de mi casa torácica porque entonces si me ahogaría y el terror lo llenaría todo. Intento imaginar quien vendrá, si alguien regresará de los que se han ido, si alguien llegara a llenar de luz esta casa. Mientras tanto saco las 14 mil cubetas para reunir el agua de todas las goteras. Mañana prepararé té de pensamiento verde, lo acompañaré con galletas hinchadas de agua y veré como me pinta el día. Tengo que hacer un mejor menú, los pájaros azules rellenos de nube me los he ido acabando, los dejaré descansar algún tiempo.
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